Es a través del lenguaje que nos comunicamos con el mundo, definimos nuestra identidad, expresamos nuestra historia y cultura, aprendemos, defendemos nuestros derechos humanos y participamos en todos los aspectos de la sociedad, por nombrar sólo algunos.
A través de la lengua, las personas preservan la historia, las costumbres y tradiciones de su comunidad, la memoria, los modos únicos de pensamiento, significado y expresión. También la utilizan para construir su futuro. El idioma es fundamental en los ámbitos de la protección de los derechos humanos, la buena gobernanza, la consolidación de la paz, la reconciliación y el desarrollo sostenible.
El derecho de una persona a utilizar el idioma de su preferencia es un requisito previo para la libertad de pensamiento, opinión y expresión, el acceso a la educación y la información, el empleo, la construcción de sociedades inclusivas y otros valores consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Muchos de nosotros consideramos que podemos vivir en nuestra lengua materna sin limitaciones ni prejuicios. Pero este no es el caso de todos.
De los casi 7.000 idiomas existentes, la mayoría han sido creados y son hablados por pueblos indígenas que representan la mayor parte de la diversidad cultural del mundo.
Sin embargo, muchas de estas lenguas están desapareciendo a un ritmo alarmante, ya que las comunidades que las hablan se enfrentan a la asimilación, la reubicación forzada, las desventajas educativas, la pobreza, el analfabetismo, la migración y otras formas de discriminación y las violaciones de los derechos humanos.
Ante la complejidad de los sistemas de conocimiento y cultura desarrollados y acumulados por estas lenguas locales a lo largo de miles de años, su desaparición equivaldría a perder una especie de tesoro cultural. Nos privaría de la rica diversidad que aportan a nuestro mundo y de la contribución ecológica, económica y sociocultural que aportan.
Y lo que es más importante, su pérdida tendría un enorme impacto negativo en las culturas indígenas afectadas.
Por esta y otras razones, las Naciones Unidas decidieron dedicar un año entero a las lenguas indígenas, a fin de alentar la adopción de medidas urgentes para preservarlas, revitalizarlas y promoverlas.